Los equipos de fútbol se reinventan porque todo
en la vida cambia. Ya lo dijo aquel filósofo griego: “nadie se baña dos veces
en el mismo río”. Es el entrenador quien está encargado de guiar esta evolución
para seguir compitiendo, seguir ganando.
La España de los locos bajitos que fundó Luis
Aragonés y continuó con éxito Vicente del Bosque llega al campeonato mundial de
Brasil como reinante. Sin embargo, pese al cetro, su fútbol da la sensación de no
ser tan avasallador. La base que compone el once titular en su mayoría proviene
del F.C. Barcelona que pasa horas difíciles en su juego.
Iniesta, Silva, Xavi, Navas. La creación de la
‘Roja’ está intacta pero es arriba, en la delantera, donde la cosa ya no anda
igual. David Villa después de su lesión ha quedado prácticamente marginado del
proceso y Fernando Torres, ahora en el Chelsea londinense, aún sigue en búsqueda
del que fue en Liverpool.
La final de la pasada Copa Confederaciones fue
una bofetada a un equipo que aspira a retener el trono Caer derrotada por
goleada ante Brasil anfitrión y uno de los máximos rivales fue el llamado de
atención. Además, España no la pasó tan bien en su cuadro clasificatorio pese a
acabar primero. Algo había que cambiar.
La respuesta fue convocar a un delantero del
Atlético de Madrid. Diego Costa, brasileño naturalizado -vaya ironía-, ha sido
llamado a integrar las filas de la selección ibérica. Tras ser cedido en varios
clubes de segundo nivel, fue Diego Simeone - entrenador de los colchoneros-
quien vio en el punta la posibilidad de disputar con goles un campeonato
dominado, deportiva y mediáticamente, por culés y merengues.
Se le abona ser un jugador con muchos recursos.
Sabe ir al choque, es un gran cabeceador y no le falta técnica. Hoy por hoy, el
delantero le cae como agua de mayo a una selección que busca renovar su estilo.
Aunque hay que anotar también que es un jugador muy temperamental, que es
fácilmente irascible si le buscan pleito y que suele simular muchas faltas y
agresiones.
A Diego Costa se le supone en Brasil pues su
proceso de naturalización fue llamativamente rápido y controversial. La
federación española movió cielo y tierra para lograr que el jugador eligiera
aceptar la camiseta roja antes que la auriverde siendo una pieza tan apetecible.
Ya en tierras cariocas se le llama traidor. El delantero podría justificar su
elección pues el Mundial es toda una vitrina donde solo van los mejores, y
quien más apueste será quien se lleva el premio.
Este es un aporte de @an_dario
Este es un aporte de @an_dario
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