lunes, 21 de abril de 2014

La fe blaugrana


Ya no hay Champions. Ya no hay Copa. Aunque las matemáticas permitan crearse una ilusión, tampoco hay Liga. Entonces, ¿qué le queda al aficionado culé?

El pasado domingo la melancolía rondaba por el Camp Nou como si nunca se hubiese ido. La derrota merecida, aunque cruelmente abrumada tras un empate que invitaba a soñar, ante el Real Madrid en la final de Copa en Mestalla había hecho mella en una hinchada que tampoco asomó en demasía. Era como si Pep 
Guardiola nunca hubiese estado allí para quitar la losa del victimismo que siempre cargó el aficionado mientras el eterno rival se hacía con todo. Hoy, el Fútbol Club Barcelona lucha contra su espectro.

El Athletic Club de Bilbao, fiel a su historia, olió sangre y se lanzó a la yugular azulgrana. Sin embargo, en un inesperado giro de los acontecimientos -hay que decirlo-, el once culé le dio la vuelta al partido liderado por un señor de apellido Messi, al que el miércoles se le vio deambulando desorientado sobre el césped de Valencia.

Sea como fuere el final de esta temporada, el futuro culé es difuso. La FIFA impuso una sanción de un año sin fichar y la siempre prometedora Masía -vivero de futuros jugadores barcelonistas- no está gozando de tanta confianza en el primer equipo. La directiva del Barcelona apeló a la sanción y ruega por salir favorecido. De no serlo, la cosa pinta negra.

Se han confirmado los tiempos de duda que hace dos temporadas venían surgiendo. Ante los objetivos no alcanzados, al culé no le toca pensar que hay que luchar con el resto de los clubes que compiten en Liga para arañarle puntos al Atlético de Madrid, hoy asentado líder del campeonato. La lucha debe ser consigo mismo para demostrar que hay motivos para seguir creyendo. Los ciclos no son eternos y es labor de todos los involucrados, -jugadores, entrenadores, directiva, aficionados-, trabajar para prolongarlos o para empezar de nuevo una vez concluidos.

Quizás, así debían ocurrir las cosas en Can Barça. En tiempos de crisis se descubre a las grandes mentes. Quizás, como en su tiempo lo fueron Kubala, Cruyff o Guardiola, el señor de apellido Messi sea el abanderado de esta causa que hoy parece perdida. A eso se entregan los culés. Puede que exista un mejor futuro.


                                                                                  Este es un aporte de @an_dario 

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