El 18 de junio al mediodía, Eva Standmann, una mujer de 42 años, llamó desesperada a su marido: Un ladrón acababa de robarle la cartera que, entre otras pertenencias, contenía su entrada para el encuentro que Brasil y Australia protagonizarían esa tarde en el estadio Allianz Arena de Munich. La víctima tenía pensado encontrarse con su esposo, Berndt, dentro del coliseo, porque el hombre no tenía otra opción que dirigirse a la cancha directo desde su trabajo. Eva le explicó a su cónyuge que se encontraba bien y lo convenció para que, a pesar de la ingrata experiencia, el sí disfrutara del juego, ya que no había sufrido ninguna lesión de maltrato que requiriera de su auxilio. Dirigido el mal trago, Berndt llegó al estadio y ocupó su asiento. Minutos después, notó que un joven se sentaba en la butaca que hubiera correspondido a su mujer. Sin efectuar ningún tipo de comentario ni gesto que hubiera llamado la atención, el hombre se levantó de su localidad, y, con mucho sigilo, se acercó a 2 policías y les comentó lo que había sucedido. Los uniformados detuvieron al muchacho, que todavía tenía en su poder elementos de valor que había sustraído, al igual que el boleto, del bolso de Eva. Un vocero de la policía de Munich precisó a la prensa que "el ladrón se encontró el boleto en la cartera y decidió ver el partido. No esperaba sentarse junto al marido de su víctima." Alojado en su celda el tonto ladrón reprochó su pasión futbolera y se lamentó no haber vendido el boleto.
Tomado de: Historias insólitas de los mundiales de Luciano Wernicke
No hay comentarios:
Publicar un comentario